Mi experiencia en el Hospital Civil

En la vida cotidiana puedes pasar por muchas diferentes experiencias, desde un pequeño viaje con amigos, hasta una gran experiencia brindando un servicio social a gente que lo necesita. Este último es parecido a la experiencia que tuve en el Hospital Civil de Guadalajara. Mis compañeros y yo fuimos al Hospital Civil el jueves 28 de Febrero durante el periodo de clases, llevando con nosotros algunas cosas que habíamos traído para regalar a los pacientes, estos siendo en su mayoría objetos de higiene, como papel higiénico y jabón. Al llegar, vi a muchas personas afuera del hospital pidiéndonos que les regalamos algo de lo que llevábamos a ellos. Sentía pena porque sabía que lo que llevaba no podía dárselos a esas personas, pues había otras personas enfermas que lo necesitaban aún más dentro del edificio.

 

Al entrar, primero pasamos a un pequeño jardín, y desde ahí se podían ver a los doctores que pasaban a otras salas o que llevaban camillas a las distintas salas de hospital. Cuando íbamos caminando por los pasillos, vimos a algunas personas ofreciendo comida a los familiares de los pacientes de distintas salas. Una maestra explicó que diferentes personas vienen cada mañana y donaban su tiempo en preparar comida para los familiares. Me imaginé que algún día, cuando fuera mayor, también yo podría hacerlo, aunque fuera solo una vez, pues con eso bastaría para ver los rostros agradecidos de la gente. Llegamos a un patio, dentro de los límites del Hospital Civil, y ahí estuvimos un tiempo. Ahí, mientras platicaba con mis compañeros, podía ver a gente que entraba y salía a diferentes salas del hospital. Ahí también había personas que nos pedían algunas cosas, pero aún no se las podíamos dar, pues éstas iban dirigidas a otras personas. Pasaron a algunos de mis compañeros a empezar a entregar las cosas que habíamos traído, pero como no todos fuimos, después nos dirigimos a otra sala.

 

Al llegar a esta otra sala, todos empezamos a hacer “paquetes” para entregarles a todos lo mismo: 1 paquete de pañales para adulto, 2 rollos de papel higiénico, 2 jabones en barra, y 1 paquete de toallitas húmedas. La primera persona a quien le entregue uno de estos paquetes fue a un señor, que era acompañante de una persona que parecía que estaban operando, pues alrededor de esta había muchos doctores y enfermeras. La cara del acompañante era una mezcla de esperanza y gran agradecimiento. Me sonrió y no acababa de agradecer por lo que le había llevado. Había algo en su forma de decir gracias que me hizo pensar en qué tan seguido lo digo yo por cosas así. Siento que debo valorar más las cosas que tengo, pues hay personas que no las tienen, y cuando las consiguen las valoran como su tesoro, un regalo traído del cielo. Después fui a entregarle otro paquete al hijo de un señor que tenía diarrea y horrible dolor de estómago. El hijo lo cuidaba y agradeció todo lo que le di, y yo estaba feliz de poder ayudarlo, a pesar de que a mí no me parece gran cosa, pero para él sí lo era.